29 diciembre 2009

Qué mala vista

He tenido la oportunidad de comprar un PC de liquidación por un precio muy atractivo. Procesador Intel de cuatro núcleos, 4 GB de RAM, 1 TB de disco, gráfica dedicada... y Windows Vista preinstalado con licencia de Microsoft.

Lo primero que pensé fue en migrar a Windows 7 de forma gratuita con el programa que lanzó Microsoft para actualizar al nuevo sistema a todos los usuarios que hubiesen adquirido un nuevo equipo con un Vista (o, incluso, XP). Por desgracia, el fabricante de mi equipo no entraba en la selecta lista de Microsoft. Hubiera sido demasiado.

Decidí darle una oportunidad a Windows Vista. Total, el equipo lo voy a utilizar fundamentalmente de servidor y central de descargas P2P. Pese a las malas críticas que he leído, creo que debe ser lo suficientemente capaz como para desempeñar esas tareas.

Tras utilizarlo durante tres días, me he dado cuenta de que sí, que válido es para usarlo como soporte para mis programas de descarga y para almacenar los archivos que quiero. Pero es tan tedioso su manejo, con alarmas continuas que intentan advertir sobre los riesgos que puede tener autorizar ciertas acciones, y tan pesado, en cuanto a los recursos que consume, que he decidido instalar un segundo sistema operativo en el PC. Ubuntu tiene todas las papeletas. FreeNAS tiene también opciones. No borraré Vista, porque nunca está de más tener un Windows a mano (¿quién no lo ha necesitado alguna vez, por ejemplo, para el programa padre de la Agencia Tributaria?), sin embargo quedará relegado a un segundo plano.

Como equipo personal de diario seguiré utilizando un iMac con Snow Leopard, ahora que parece que todo vuelve a la normalidad después del calvario que sufrí con la tarjeta inalámbrica; y XP en el portátil, el que, en mi opinión, y sin haber probado Windows 7, ha sido el mejor sistema parido en Redmond.