Zapatero y los suyos trivializan cuestiones tan transcendentales como la unidad nacional, el concepto de nación o la igualdad y la solidaridad, hasta reducirlas al arbitrio del más puro de los relativismos. |
El uso político de la lengua ha sido el principal elemento de agresión del catalanismo excluyente contra la libertad y contra la idea de unidad, pero el resto de coartadas inventadas por el separatismo para justificar su conflicto con el Estado y el resto de España, está produciendo una sociedad catalana dominada por fantasías nacionales, mentiras históricas y agravios inventados.
Evidentemente los fuertes lazos culturales, históricos, económicos y convivenciales que siempre han unido a Cataluña con el resto de España, no van a desaparecer de la noche a la mañana a consecuencia de esta filosofía del odio hacia lo español que inspira a todo el aparato del poder que se ha instalado en Cataluña, pero sin duda el daño que está causando a la convivencia nacional y a la propia imagen de los catalanes en el resto de España, ya esta pasando factura. El boicot al cava ha sido una de esas consecuencias y la creciente animadversión hacía lo catalán en Valencia y Baleares no es más que una reacción al expansionismo de los Paisos Catalans.
Pero esta situación no sería concebible, si desde el poder estatal, hoy ejercido por el PSOE, no se alentase este tipo de actitudes totalitarias. Zapatero y los suyos trivializan cuestiones tan transcendentales como la unidad nacional, el concepto de nación o la igualdad y la solidaridad, hasta reducirlas al arbitrio del más puro de los relativismos.
El estatuto catalán consagra normativamente este modelo. Sus consecuencias por tanto estarán a la altura, o mejor dicho bajeza, de quienes desean terminar en Cataluña con una sociedad abierta y libre que forma parte de España.
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