22 septiembre 2009

Sarita

Me ha hecho gracia un post publicado por Nico Rey en el blog Teletridente del mundo. Bien escrito, simpático y con un paralelismo con Lolita -pego un par de párrafos al final- muy acertado.

Sarita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Telepecado mío, alma mía. Sa-ri-ta: las gentes paran el dedo en el mando para verte, cada jornada, sobre tu escalinata rectangular de princesa sin zeta ni principado. Es Sara, sencillamente Sara, por la mañana, en ese minuto de oro e insensatez que le cede, cada semana, Ana Rosa.

Es Sara Carbonero, a diario, en el informativo de Pedro Piqueras, a partir de las tres de la tarde. Es guinda no apta para hinchas pusilánimes ni para diabéticos. Sara Carbonero, la más hermosa flor del periodismo deportivo. Lobezna con piel de cordero que reemplaza a Lobato en uno de esos intercambios entre canales antagónicos. Oírla glosar las épicas de Cristiano Ronaldo y amarla, es todo uno.

Llega la hora de las 'lolitas' sobradamente preparadas en las televisiones patrias y sólo queda congratularse por ello, tengan o no tengan puñetera idea de deportes. Sara Carbonero encandila a este país rematadamente futbolero sin necesidad de pompones ni griterío. Llegó, vio, se dejó ver y venció por goleada. Por su parte, Piqueras, ¡qué grande!, se lleva el gato al agua contratando a esta miss de ojos verdes y arcangélica sonrisa. Gana así enteros, muchos enteros, su informativo, desde que lo copa la reportera más dicharachera y sexy del mundo.

Dicen que hasta los niños más gordos del parvulario, y los más 'nerds', se afanan en las clases de educación física con tal de ver luego, en directo, a esta encantadora de televidentes nacida en el mismo Corral de Almaguer hace 25 verdeazuladas primaveras. Da gusto. Hubo un tiempo no muy lejano en este país llamado España donde había que soportar al incontinente y verborreico Matías Prats Senior, bigote en ristre, para enterarse de cómo había quedado el Madrí. ¡Bienvenidas todas las Saritas Carbonero del mundo a la caja tonta! Golea esta Sara las porterías de toda España con milimétricas jugadas de pichichi escotada.

Estar desnuda cuando estás vestida. En eso consiste, según Umbral, ser bella. En estar imaginariamente desnuda frente al mundo como se encuentra Sara Carbonero en su plató. Amo a esta toledana de ojos verdes y, al igual que todo dios, cuento los minutos que transcurren entre telediario y telediario. Y odio a Piqueras, por arrimarse a su lado. Y odio todavía más, hasta el estertor, a Jorge Fernández, el único míster España bizco de la historia -según marujeo.com-, por haber conquistado su 'supercopa'.

¡Ay Carbonero, Sara, cesta de fruta colmada de córners y de jueces de línea fieramente enamorados, sigue haciendo sombra a las bellísimas reporteras guiris que, para suavizar su caída, se desnudan! Se eternizan los parloteos de Piqueras en espera de Sara, mi Saritísima, dulce Sara, mirada en llamas, objeto incendiado de nuestros deseos. Es guapa, lista y futbolera, ¿qué más se puede pedir? Cristiano Ronaldo, Laporta y Briatore mejoran notablemente en boca de Sara. Ganan puntos y enteros narrados por esta sirena en tierra.

Fuente: Teletridente

Y a continuación, los dos primeros párrafos de Lolita, de Vladimir Nabokov:

Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li- ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo-li-ta.

Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita.