26 junio 2009

No ha muerto. Acaba de nacer.


Nada se puede decir que no esté dicho ya sobre Michael Jackson y su prematura muerte. Descanse en paz.

Uno de los primeros discos que me compré (posiblemente el segundo) fue de él, History, la edición de dos discos. Y después me hice con Blood on the dance floor, no tan conocido.

Siempre nos quedarán sus canciones; y sus coreografías -especialmente el moonwalk-; y sus zapatos, guantes y sombrero; y sus videoclips, revolucionarios de la industria; y, por qué no, sus excentricidades de Superstar. Demasiado bien estaba para haber sido alguien que desde los cuatro años estaba en los escenarios, viajando, siendo la estrella de la familia, niño maltratado, rodeado de interesados desde siempre y con dinero a espuertas.

Sin ninguna duda esta es la muerte de un genio de la música más comentada de la historia. Seguro que el fallecimiento de Elvis, Jonh Lenon, Hendrix, Freddie Mercury o Kurt Cobain fue noticia mundial, pero ahora ha muerto un grande -no digo que los otros no lo fueran- en época de las .com. ¿Cuándo fue la última vez que la muerte de un cantante inundó las portadas de todos los diarios -impresos y digitales-, blogs de todo tipo, colapsó -literalmente- Twitter y provocó más de 400 ediciones en Wikipedia en menos de 24 horas? Los programas deportivos El Larguero (SER) y Al primer toque (Onda Cero) interrumpieron su programación para ofrecer la noticia en directo.

Sin embargo, alguno se frotará las manos con su muerte. A la hora de publicación de esta entrada, Jackson lidera los álbumes y vídeos más vendidos de iTunes. En plena crisis de la industria de la música, su desaparición supondrá un aire fresco en ventas de discos y recopilatorios que estarán a punto de salir.

Por si fuera poco, se dice que tiene unas cien canciones inéditas que dejó de legado a sus hijos. Grande MJ.