28 abril 2009

28 años después

SIDA, encefalopatía espongiforme bovina, gripe aviar, gripe porcina... Enfermedades de origen animal que se acaban traspasando al hombre. Cada una de ellas se propaga más rápido que la anterior y causa antes la muerte. Se supone que lo siguiente será un virus que haga que los infectados se vuelvan sedientos de sangre humana, tipo 28 días/semanas después. Y, casualidad o no, la pandemia -como ya ha sido calificada la oleada de enfermos- que estamos viviendo llega 28 años después del descubrimiento del SIDA.

Los avances de la medicina y de las telecomunicaciones nos permiten detectar, combatir y prevenir antes y mejor estas enfermedades pero, por contra, los avances en los transportes ayudan a propagarla muchísimo más rápido que la peste siglos atrás. A mediados de la semana pasada se empezaban a repartir los primeros cubrebocas en Méjico y hoy la gripe porcina ya está presente en más de 25 países de América del Norte, América del Sur, Europa, Asia y Oceanía.

Puede que todo esto no sea sino una forma más de autoregulación de los niveles adecuados de población en el mundo, al estilo del humo negro de Lost. Si la raza humana sigue empeñada en crecer, expandirse y consumir recursos naturales, alguna fuerza debe contrarrestar ese efecto. Tercera Ley de Newton.